El Arte de Vivir (8)
La "Ley Uno" tiene como objetivo explicar que todo lo que ha sido creado, tiene vida en cierta manifestación, cumple con un propósito; y por si fuera poco, está unido a su creador de una manera que no es fácil explicar y es muy difícil comprender.
Todo lo que existe tiene vida y responde a un plan que ha sido diseñado por alguien en alguna parte. Una de las maravillas del Arte de Vivir, consiste en descubrir cuál es ese propósito y tratar de penetrarlo; esto nos da una mayor comprensión del universo en el que vivimos y por lo mismo nos acerca más a Dios.
En esta ley se resumen algunos de los más grandes misterios del hombre, porque puede verse y entenderse desde tres puntos de vista diferentes:
1. Por una parte todo vive, es decir todo lo creado tiene vida en diferente manifestación.
2. Todo lo que tiene vida, vibra y por lo mismo no está estático, tiene movimiento y evoluciona.
3. Todo lo que tiene vida está unido con Dios.
Nosotros, por ejemplo, estamos vivos, evolucionamos y estamos unidos a Dios de una manera que no hemos podido descubrir. Lo que yo he llamado el Arte de Vivir no es otra cosa que el camino que vengo siguiendo para encontrar esa comunicación con Dios. ¿Me comprendes? - me dijo Philippe.
-Pero, Philippe ¿Por qué me dices a mí todo esto?, yo apenas tengo 15 años y creo que si tú que me doblas la edad no has podido entenderla totalmente ¿cómo esperas que yo pueda hacerlo?
-A veces lo que para alguien es demasiado oscuro, resulta ser obvio para otro. Tú eres no sólo mi acompañante en esta etapa de mi vida, no eres un discípulo, yo no te veo así, eres mi compañero de investigaciones y mientras más pronto te ponga al tanto de lo que yo investigo, más pronto podrás ayudarme.
-Pero ¿cómo voy a ayudarte en algo que ni siquiera había oído mencionar?
-Eso es lo que tu piensas ahora, pero ya verás que con el tiempo vas a empezar a recordar.
-¿Cómo es eso?
-Tus lecciones nocturnas ¿las recuerdas? es ahí donde tú aprendías todo esto, con tus ángeles ¿no los recuerdas?
-La verdad ya había olvidado gran parte de todo eso. Con tantas cosas que han pasado.
-No te apures, que lo importante es que ya estamos juntos y a mí se me encargó que te ayudara por el momento.
Lo que me dijo me impactó. -¿Quién te pidió que me ayudaras? ¿acaso mi padre habló contigo?... -yo seguía pensando en términos demasiado terrenales.
-No, a tu padre no lo he visto todavía y creo que no me gustaría verlo por ahora -agregó con una sonrisa medio irónica- mira, déjame seguir explicándote las Leyes del Universo como me fueron explicadas y después seguiremos nuevamente el curso de esta conversación.
Así transcurrieron muchas tardes, yo tratando de entender, y él tratando de explicar. Él hablaba como meditando, midiendo cuidadosamente sus palabras para no tergiversar una idea que sólo él entendía y yo tratando de guardar en lo más profundo de mi mente lo que estaba recibiendo con tanta dedicación y esmero.
Así aprendí a amar a ese hombre, a quererlo no como a un amigo o a un padre, sino como a algo más, como a un compañero de sendero, algo que no entendí sino hasta mucho tiempo después, cuando él me explicó que la diferencia entre un amigo, un padre o un compañero de sendero está en que a un padre lo respetas y lo amas, a un amigo lo respetas lo amas y lo comprendes, pero a un compañero de sendero lo respetas, lo amas, lo comprendes y no sufres cuando tienes que dejarlo.
Le pregunté entonces por qué lloraba cada vez que hablaba de su padre y él me dijo que a él no lo consideraba como un compañero del sendero, sino algo mucho más cercano que después me explicaría. Nunca me lo explicó, pero mucho tiempo después intuí que al que él llamaba su padre, era en realidad su Maestro, pero en un sentido más amplio que el tradicional, pues él le sirvió, además, como compañero del sendero, padre y amigo.

<< Home