Reflexiones desde lo interno

Un espacio de reflexión sobre el mundo y la sociedad que todos formamos. Un espacio de crecimiento y aprendizaje. Un lugar donde podemos mirar desde otra perspectiva lo que a todos nos afecta. Un lugar para pensar en lo que trasciende.

Nombre: Alonso
Ubicación: Monterrey, Nuevo León, Mexico

Soy físico de profesión, aunque trabajo como consultor de empresas en el área de calidad. En este blog ustedes podrán encontrar cuentos, reflexiones, una novela (El Arte de Vivir) que escribí hace tiempo y que hasta ahora no se ha publicado así como las narraciones de Maite, una gran escritora que con sus palabras nos enseña a ver con el corazón. Mucho agradecería que tomen un tiempo para hacernos llegar sus comentarios a: alonsogzz33@hotmail.com Si desean contribuir con algún comentario o reflexión sólo mándenlo y nosotros con gusto lo incluiremos.

sábado, septiembre 30, 2006

El Muro

“El Senado estadounidense aprobó hoy 29 de Sept (por 80 votos a favor y 19 en contra) la construcción de un muro en la frontera con México”.

-Éste es por Juan... éste es por Pedro... éste es por María...

-¿Qué haces?

-Estoy poniendo ladrillos ¿no lo ves?... para eso nos pagan ¿no?.

-Sí, claro. Está buena esta chamba. De perdido vamos a estar jalando hasta Febrero o Marzo ¿no crees?

-Pues sí, tuvimos suerte.

-Pero ¿por qué decías, para Juan... o Pedro?

-¿Sabes cuántos ladrillos se van a necesitar para levantar este muro de mil doscientos kilómetros?

-No, no me lo imagino.

-Ni yo... pero me preguntaba si serían más los ladrillos que todos los mexicanos y latinos que estamos por acá.

= = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = =

-¿Oíste la declaración de Bush?

-¿Qué dijo?

-Que hoy, el país, es más seguro que antes. Que esta guerra contra el terrorismo la estamos ganando.

-Qué bueno. Yo sí confiaba en los republicanos, hay que demostrar a esos criminales que no nos van a ganar, que la justicia siempre triunfa. Ellos no nos van a quitar nuestras libertades que por tanto tiempo hemos defendido. Y a propósito... ¿tú que crees?

-Yo creo que tiene razón. Fíjate: Ahora las autoridades están vigilando todas las comunicaciones que se hacen en los Estados Unidos, cualquier cosa que se diga que tenga que ver con el terrorismo va a ser detectada, ya sea por teléfono, internet o correo. En los aeropuertos te vigilan hasta los zapatos, te checan las ropas y no puedes andar por ahí con bolsas sospechosas. Eso está bien. De esa manera vas a estar seguro en esos lugares. Incluso ya tenemos claro que de ser necesario la fuerza aérea derribaría un avión en caso de que nos amenazara, aunque tuvieran que sacrificar algunos civiles. Tampoco puedes meter en los transportes cosas que puedan ser motivo de sospechas, tenemos un sistema de alarmas tan efectivo que a la cualquier señal por mínima que sea nos avisan y corremos rápido a ponernos a salvo. El correo es vigilado por si trae cosas que puedan ser venenosas o infecciosas. Las plazas tienen circuito cerrado para que nadie haga cosas malas, el gobierno nos protege en otros países por si algún renegado nos amenaza ¿ya ves que en varios países no les gusta lo que está haciendo nuestro presidente? En resumen, habiendo asegurado los cielos, ya nada más nos falta asegurar la tierra y para eso vamos a levantar un muro que evite que algún terrorista se nos pueda colar.

-¡Vaya! creo que tienes razón. Ahora si podremos seguir siendo el país de las libertades.

= = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = =

-Mamá. ¿Cuándo va a venir mi papá?

-¡Hay hijita! Ya pronto. Ten paciencia.

-Así me dijiste hace un mes y no ha venido. Ya no te creo.

-Sí, de verdad. Esta vez ya me dijo que va a venir pronto. El gobierno le prometió que ahora que regrese de la guerra le van a dar el permiso definitivo para que podamos vivir aquí.

-Pero, ¿por qué tenemos que vivir aquí? ¿por qué no nos vamos a México? Allá no necesitamos escondernos.

-Sí, es cierto, pero tu papá trabaja acá, allá no hay trabajo. Por eso tuvimos que venirnos para acá. Tú ya lo sabes. Ya te lo había dicho.

-Mami ¿te puedo preguntar otra cosa y no te enojas?

-No me enojo hija... me desespero, porque no tengo las respuestas que tú quieres oír.

-Todos los que vivimos en este barrio hablamos español. Todos los amiguitos que tengo, son iguales que yo, sus papás también son de México o de otros países, ninguno de nosotros roba, no somos delincuentes. Todos los papás trabajan. Las maestras de la escuela son latinas, las señoras de las tiendas también. Somos más nosotros que ellos. ¿Por qué entonces nos quieren regresar? ¿quién trabajaría en todos los lugares?

-Hay, hijita... no lo sé. Yo creo que el gobierno, pero Martín tu tío, dice que ahora que levanten el muro, va a ser más difícil que nos regresen.

-¿Por qué?

-Porque alguien tiene que construir el muro.

= = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = =

-Bueno niños ya que estamos aquí en nuestro día de campo permítanme explicarles la lección de ciencias naturales. Primero los quiero a todos sentados.

-Maestra... ¿por qué nos trae al parque nada más ahora? ¿no podemos venir más días?

-Ahora nos toca la lección de ecología. Tengo que explicarles cómo viven los seres vivos. Por eso los he traído al campo. ¡Miren! ¿Ven esos patos?

-¡Sí!

-Pues van volando hacia el sur. Ya sienten que viene el invierno.

-¿Y las mariposas, maestra? ¿también vuelan hacia el sur?

-¡Claro! Muchos animales vuelan cada año de un lugar a otro como parte de su ciclo de vida y después regresan a donde vivían.

-¿Y los microbios maestra? ¿también ellos vuelan al sur?

-Si te refieres a los microbios que nos enferman. No, ellos no vuelan hacia el sur. Ellos pueden volar para el norte, para el sur, para cualquier lado. Ellos no tienen barreras.

-Oiga maestra ¿en México tienen otros animales diferentes a los de nosotros?

-No, ellos tienen los mismos animales que los que tenemos aquí en Estados Unidos. Nosotros compartimos con ellos el mismo suelo, tenemos los mismos climas por lo tanto, lo que ellos tienen se parece mucho a lo que tenemos nosotros.

-¿Y tienen también las mismas flores?

-Exactamente las mismas flores.

-Y si los animalitos pueden pasar de aquí para allá y de allá para acá... ¿por qué entonces tenemos ese muro que se ve allá?

-No Steve, ese muro no es para detener a los animalitos. Es para detener a las personas.

-¿Las personas? ¿nosotros no podemos pasar para allá?

-No Steve, nosotros sí podemos pasar para allá. Ellos son los que no pueden pasar para acá.

-¡Ellos no pueden pasar! ¿por qué?

-Steve, mejor, seguimos esta plática en otra ocasión creo que ya va a empezar a llover, y mejor nos damos prisa para llegar a la escuela.


= = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = = =

Y así, mientras las horas transcurren lentamente en el pueblo, arriba en el cielo, una parvada de patos vuelan del norte hacia el sur en su anual huída del invierno... cuando uno de ellos tiene una de esas urgencias digestivas que sin darle tiempo a buscar un buen lugar suelta su carga sin mirar siquiera hacia abajo al pobre agente aduanal que con una mirada seria y sugerente los mira alejarse mientras se limpia la travesura que cayera en su cabeza con el blanco pañuelo que su esposa le entregara en la mañana.


Alonso

El Arte de Vivir 6 (Novela)

PHILIPPE


Mi huida con el hermano Philippe fue un gran cambio que sirvió para poner orden en mi vida y mis ideas. Para empezar, pude comprender que las cosas que yo sólo había visto en sueños, también pueden existir en la Tierra. Este hermano era en verdad sorprendente, tenía una forma de vivir la vida que yo no conocía, si pudiera calificarla de alguna forma tendría que ser de simple, su manera de vivir era simple y lo era de una manera maravillosa.

Su filosofía era lo que se podría llamar divina, porque sus prioridades estaban guiando cada uno de los actos de su vida. Era íntegro con sus principios y era por demás escrupuloso en lo que decidía, porque tenía muy claros los deberes y los “quereres”. Llevaba a un extremo fascinante su filosofía de la vida, en algo que él llamaba “El arte de vivir”.

Y de hecho su promesa la cumplió desde el primer momento que llegué con él. Ese día, cuando salí de la casa, yo llevaba una de las más grandes crisis que hubiera sufrido: dejaba atrás mi hogar y a los únicos seres a quienes amaba. Lloraba y lloraba sin cesar, nada podía consolarme, era como si estuviera desgarrándome por dentro. Y algo tenía que hacer, yo sentía que dejaba atrás algo muy mío y en verdad así era, a mi familia yo la amaba mucho a pesar de reconocer que no podía darles el amor y la tranquilidad que yo deseaba.

Él me detuvo en la puerta de su casa, antes de entrar y me dijo: “Miguel, ¿sabes lo que significa entrar por esta puerta?”

Philippe ayúdame, me escapé, seguramente me van a buscar y no puedo regresar. Mis ojos reventaban de llanto.

Philippe me miró largamente antes de dejarme pasar, pero su mirada era diferente, me traspasaba, era como si de pronto un mar de inmensa paz y poder me empezara a inundar. No me decía nada, sólo me forzaba a que lo viera a sus ojos.

Poco a poco empecé a calmarme, cosa que tardó seguramente varios minutos y cuando él consideró que yo estaba en posibilidad de oír lo que me iba a decir, sólo me dijo: -Miguel, cuando uno toma grandes decisiones en la vida, pero lo hace desde lo más profundo del corazón, como tú lo estás haciendo ahora, podrás estar sufriendo en este momento, pero lo que sufre es tu parte exterior, en lo más interno tu corazón sabe que estás haciendo lo correcto. Si quieres dejar de sufrir, no mires hacia fuera, mira hacia adentro, de donde vino esa decisión; no voltees hacia donde está tu dolor, voltea hacia donde vas, hacia tu meta, hacia donde tu espíritu te llama, ahí encontrarás la paz que necesitas.

Eso me produjo un efecto sorprendente. Me llenó de paz casi instantáneamente, pues reconocí que yo iba siguiendo los impulsos de mi corazón y que yo iba a poder estar mejor de lo que estaba con mis padres, a la vez que ellos iban a estar en calma toda vez que sabían que yo estaba con un religioso.

Mi vida empezó a llenarse de cosas mágicas. Para empezar, el hermano Philippe tenía una vida muy disciplinada que empezaba a las cinco de la mañana. Muy temprano había que hacer oración para saludar al nuevo día, pero no nada más para eso, había que planear el día, -No se puede trabajar sin tener el consentimiento del Gran Jefe- así le llamaba a Dios -Él es el que tiene que decidir cual será el trabajo más importante que tenemos que hacer hoy. Y de hecho lo que tenemos que hacer hoy tiene que estar ligado con lo que vamos a hacer mañana y con lo que hicimos ayer. No podemos dejar obras inconclusas pues eso sería cometer un pecado de omisión.

Su arte de vivir, era simple. El hombre nació para ser feliz, y todo lo que pueda hacerlo feliz tiene que hacer feliz a todos los seres humanos, porque todos somos iguales por dentro. Él decía que por fuera todos somos diferentes, pero por dentro todos somos iguales. La única cosa que necesitamos encontrar es qué tanto de sus adentros sabe una persona para conocer cómo podemos hacerla feliz. Lo que te hace feliz a ti es lo mismo que me hace feliz a mí y a todos, siempre y cuando sepamos lo que tenemos dentro.

-Si quieres ayudar a una persona, sólo basta que sepas ayudarla a encontrar lo que tiene adentro- y eso fue lo que él hizo conmigo, me ayudó a encontrarme por dentro.

La filosofía que él llamaba “El arte de vivir” se componía de varios principios y de una serie de leyes que poco a poco me fue enseñando. Y por esta obra que él hizo conmigo lo bendigo por toda la vida. Esa fue la ayuda más grande que alguien le puede ofrecer a un ser humano. El tesoro de la enseñanza de la vida. ¡El regalo que cambió mi vida y le dio un rumbo definido!


A ti amable lector de estas páginas, yo te pido que cuando leas en ellas sepas encontrar lo que llevas dentro y logres hacer que esa voz que es probable que se haya acallado en medio de la vida que has llevado, la que viene de tu conciencia, la puedas escuchar nuevamente, porque seguro estará gritando de júbilo y alegría al saber que de nuevo tiene a su disposición un poco de agua fresca del manantial del conocimiento de donde beben los ángeles, aquellos que de noche nos enseñaban en medio de los sueños infantiles que teníamos.

viernes, septiembre 29, 2006

A LAS MADRES

Este mensaje lo escribí hace años para mi madre... nunca se lo entregué. Hoy, varios años después de que ya no se encuentra entre nosotros, estoy seguro que lo leerá en alguna parte del cielo. ¡Vayan entonces para todas las madres estas lineas que describen una biografía de amor!



A LAS MADRES

Su camino nace en medio de almohadones y esperanzas, se va forjando entre risas ingenuas y juegos de ternura, crece tejiendo historias fantásticas del mañana mientras el mundo se estremece entre escenarios de glorias y tragedias.

En sus ojos se retratan los sueños infantiles, esos, donde no existe dolor ni amargura, donde las hadas y los príncipes se entremezclan para pintar dorados escenarios del futuro.

Pero la vida es un cofre de sorpresas que tiñe de rojo y negro los áureos panoramas de los tiempos infantiles. Día tras día, mientras el sol recorre sin prisas su invariable órbita; en la tierra se diseñan las vidas de quienes en su inocencia no osaron pensar en las espinas.

El corazón crece junto con el cuerpo y las mismas manos que un día peinarán inquietas cabecitas hoy se mueven graciosas manejando un espejo.

Y muchas veces el orgullo y otras el egoísmo disiparán las nubes rosadas del primer amor para dar paso a los fríos vientos de la indiferencia.

Almohadas y sábanas amanecerán mojadas. Ojos hinchados y un corazón que despierta en un mundo desconocido. Clara señal de que la niña se va haciendo mujer.

Y las lágrimas brotan marcando la hora en que nace la primera espina. Dramático trofeo del alma que se templa en el fuego del dolor.

Mas, el humano corazón no es flor que se marchite al embate del primer turbión. Una nueva luz romperá las tinieblas de la soledad y el castillo se levantará, esta vez más alto, rasgando las puertas mismas del paraíso para servir como morada real a su matrimonio.

Y la vida se tornará rosa, como la tarde cuando preludia al amor, como el canto del alma que se sabe amada y se entrega sin pausa y sin condición.

El tiempo llega en que la vida brota de la vida y las pequeñas sonrisas en los cuerpos tiernos de los niños coronan el milagro de la creación. Y así como el tallo se abre para dejar brotar las espinas, así el corazón lo hace para entregarse franco a las caricias del amor.

¡Y es el amor el agua bendita que riega el jardín en que florece el rosal!

La vida transcurre con su habitual vaivén, unas veces acariciada por los tibios rayos solares y en otras estremecida por los truenos de tormentas.

Y cuando el fantasma de la enfermedad osa tocar al retoño, la suave ternura de la madre se torna en vendaval que mueve al mundo entero, si es preciso, por devolver la sonrisa a los labios de su hijo.

Manos crispadas, ojos entornados... unos labios que musitan el Padre Nuestro... y una espina que silenciosamente asoma al exterior.

¡Y la madre se agiganta en el dolor!

Pasa el tiempo lentamente y los días ruedan unos tras otros en pos de un mañana que parece inalcanzable. Las nieves del invierno platean las sienes de aquella que se derramó en amor por sus hijos. Cada pliegue de su piel, cada arruga de su rostro nos habla de un sacrificio de amor.

Y la antorcha de la vida empieza a decaer. Se dobla el roble rendido ante el peso de los recuerdos. Los nidos cobijados antes llenos, hoy están vacíos y hablan muy hondo, en silencio, de momentos que ya no existen, de risas y sufrimientos.

Y mientras las lágrimas mojan la tela del delantal, una espina surge suavemente, lentamente, como si se complaciera en repasar una y mil veces los mismos recuerdos que dieron sentido al ayer.

Con su mente saluda a Dios al amanecer de cada nuevo día: ¿un día más o, un día menos? El peso del tiempo convierte el sacrificio de vivir en un acto heroico cotidiano. La lentitud del cuerpo, contrasta con la incansable actividad de la mente, que desafiando al tiempo, se pierde en las brumas de un lejano pasado que se vuelve presente a fuerza de saborearlo.

¡Y el llanto se vuelve río que fecunda al corazón y abre el camino para llegar hasta Dios!

Y pasará el tiempo, con su marcha cortejada de sinsabores y tristezas. Muchas veces el sol saludará su rostro sorprendiendo lágrimas furtivas que tal vez sus manos se negaron a limpiar.

¿Otra espina?...¿cuántas habrá en realidad? ¿Acaso pueden contarse las lágrimas que por amor ha derramado una madre?

...¡Pero la vida es un don mágico que el Creador rodeó de misterios y sorpresas!.

Y cada lágrima es transformada en una fresca gota de rocío que resbala internamente y desciende por entre las espinas que la vida hizo brotar del tierno tallo maternal hasta tocar las raíces profundas de su alma. Se abre entonces el corazón y de su seno divino brota majestuosa la rosa bermeja de la santidad.

Y su rostro adquiere el brillo sereno de la paz interior.

Se acaban las tormentas y se acaban las angustias. Sólo queda el murmullo de una íntima conversación con Dios.


Jesús Alonso González

jueves, septiembre 28, 2006

El Arte de Vivir 5 (Novela)

UNA INFANCIA DIFERENTE

Mi madre y mi padre sentían una gran responsabilidad aunque por diferentes razones, mi madre pensaba que siendo mi vida una vida diferente dedicada al servicio del Padre, yo debería estar estudiando la palabra del Señor; o cuando menos debería estar trabajando para entregarme, llegado el día, al servicio de alguna comunidad religiosa.

Pero mi padre tenía ideas muy diferentes, él pensaba que siendo yo muy niño no podían ni debían encadenarme a una misión que bien podía estar equivocada y lo más grave... que yo no había elegido.

Frecuentemente se ocasionaban discusiones al respecto de lo que yo debía hacer, eso me ponía muy nervioso, porque lo que menos quería era causar desavenencias entre mi padre y mi madre. A veces mis hermanas se encargaban de hacer esto más grave, pues me culpaban de que hubiera problemas en la casa. Eso contribuyó a darme un carácter introvertido, sentía que no me comprendían y que sólo era feliz en medio de mis sueños y visiones.

Yo me refugiaba entre los pequeños ángeles que me visitaban y con los amigos invisibles. En más de una ocasión mi padre me encontró hablando solo, y eso lo alteraba mucho, pues decía que eran tonterías y que debía ponerme a trabajar. Amenazó con sacarme de la escuela a donde asistía si seguía con mis locas ideas de tener amigos invisibles. Yo me angustiaba y entre crisis y crisis me fui alejando de mi padre poco a poco.

Mi madre, por otro lado, me mimaba mucho; ella seguía fiel a su promesa, aquella que hiciera cuando nací, de cuidarme y protegerme, porque nadie me iba a comprender. Pero eso enfurecía a mis hermanas que decían que yo era el consentido de la casa y que todo lo que mi mamá hacía era sólo para darme gusto a mí. En resumen, cualquier cosa que yo hiciera, sólo ponía más leña en el fuego y no podía resolver las cosas.

A mis quince años yo ya tenía en mi haber una familia que distaba mucho de ser la familia amorosa y tranquila que todos debíamos tener y que deseábamos, así que decidí hacer algo por mí. Me planté enfrente de todos en la casa, en una noche en que reinaba una tensa calma; una de mis hermanas estaba a punto de casarse, la otra tenía problemas con mis padres por tener a un novio que no era de su agrado y las otras dos sólo esperaban el desenlace para ver que partido debían tomar. Así pues no era una noche muy tranquila, pero al menos estaban las cosas sin desbordarse.

-Familia, hoy quiero anunciarles algo que he decidido... me voy a ir de la casa.

Esto les pareció una payasada y nadie siquiera se detuvo a escucharme, tan embebidos estaban en los problemas que tenían ocupando su mente en esos momentos.

-Ya lo tengo todo resuelto, he logrado hacer algunos ahorros y voy a irme con un amigo del reverendo Peter. Él me dice que me puede enseñar cursos de teología y eso es lo quiero estudiar.

Mi padre se levantó molesto por lo que consideraba una necedad y estaba a punto de pedirme en su acostumbrada forma que los dejara solos y me retirara a mi cuarto, cuando lo detuve y le repetí lo que ya había anunciado.

–Creo que esto hará que buena parte de las desarmonías de esta familia desaparezcan yo ya tengo edad para decidir cual debe ser mi futuro y ha llegado el momento.

Mi madre empezó a llorar y mi padre se enfureció por eso, me gritó, me recordó que yo no había llevado a esa casa sino tristezas y desarmonías y me pidió que me marchara a mi cuarto. Yo ya tenía todo preparado y había hablado con el amigo del padre Peter, que era uno de los que mis amigos los ángeles habían identificado como una persona que me iba a ayudar, así que yo confiaba mucho en él. Había platicado en tres ocasiones con él por largas horas y se había formado una corriente de simpatía muy grande entre él y yo.

Sin que yo lo supiera, él había decidido educarme en lo que él consideraba “Las artes de la vida”, así le llamaba él a las pequeñas cosas que llenan nuestros momentos más bonitos y más difíciles, y dijo que él se encargaría de enseñármelas. Durante la noche salí de mi casa dejando una nota sobre la cama, donde les anunciaba mi decisión y mi promesa de que pronto tendrían noticias de mí.

A propósito no dije en donde se encontraba el amigo del padre Peter y me cuidé muy bien de que no pudieran encontrarme, pues eso impediría mis planes. El pobre padre Peter tuvo que reconocer que no había visto a su amigo en mucho tiempo y que no tenía idea de donde pudiera estar, pues él viajaba mucho y sólo cuando llegaba al pueblo se hospedaba en el templo, pero en otros lugares era imposible localizarlo.

Así empezó una de las etapas más bonitas e interesantes en mi vida: mi adolescencia. Lo que yo viví con el hermano Philippe, como se llamaba mi amigo, fue algo en verdad revelador y muy sorprendente desde todos los puntos de vista que se desee analizar.

¡Esta fue otra de las grandes lecciones de mi vida¡

El Arte de Vivir 4 (Novela)

EL PEQUEÑO VIDENTE


Lo más importante de mi infancia en lo que a mi misión se refiere, es lo que interpreto como parte del entrenamiento que tuve que recibir.

Por las noches yo tenía frecuentes visiones de ángeles y de señores que no conocía y que me daban largas pláticas con relación a los seres humanos. Me hablaban de lo que la naturaleza humana buscaba en las cosas de la Tierra y me explicaban su comportamiento. Eran para mí las horas que más disfrutaba. Llegué a querer en verdad a esos señores y ángeles.

Quiero aclararles que cuando oigo a algún niño decir a sus padres que vio a unos angelitos y veo el desdén que sus padres les hacen, no puedo mas que sentir lástima por ellos; y mentalmente les pido a los niños, que no dejen de disfrutar a sus amigos ángeles, porque en verdad ellos tienen la respuesta a muchas de las cosas que los seres humanos tenemos en el mundo.

Yo tenía como visitantes a pequeños ángeles con cuerpo de niños, ellos jugaban conmigo y me hacían muchas bromas. Ellos me llevaban a pasear en sueños de una manera curiosa, primero, estando yo despierto, me preguntaban que a dónde quería ir, que ellos me llevarían en sueños; yo escogía y después me decían: “Bueno, ahora duérmete para que puedas ir con nosotros, porque así despierto simplemente no puedes ir”.

Yo lo hacía y así conocí muchos lugares de la Tierra; conocí las cosas que había más allá del mar, aún cuando nunca había salido de mi aldea y ni siquiera sabía que existiera el mar. Conocí muchos lugares muy bonitos donde las personas eran diferentes en sus rasgos y en sus costumbres.

Y lo más importante de todo, conocí a otros niños iguales que yo, que habían nacido en otros lugares de la Tierra y que tenían los mismos problemas que yo tenía. Todos juntos íbamos a unas clases que nos daban en algún lugar montañoso y unos señores grandes, de ojos muy bonitos, nos daban clases de cómo debíamos comportarnos y de lo que debíamos decir y no decir a los mayores. Nos enseñaban a respetar su forma de ser, pero a hablar de lo que nosotros consideráramos que estaba mal.

Nos decían quiénes estaban para ayudarnos y en quiénes podíamos confiar, nos decían cómo curar ciertas enfermedades y cómo resolver problemas antes de que se convirtieran en graves. Y también nos hablaban de los peligros que tendríamos que pasar, y de algunos de los problemas que debíamos de resolver urgentemente.

Ellos eran muy buenos y mis ojos nuevamente se humedecen, porque esos años sí que fueron muy bonitos pero no duraron para siempre. Algunos de los que ahí nos reuníamos, seguimos haciéndolo hasta cumplir cerca de los 15 años, pero otros se retiraron antes.

A veces recibíamos la visita de algún niño que sólo iba a poder estar con nosotros un par de clases, o bien, en ocasiones, una única vez. A ellos les dábamos una fiesta y los hacíamos divertirse mucho.

Siempre después de la fiesta, uno de los señores de ojos bonitos hablaba con ellos de una manera especial, los miraba a los ojos y les decía: “Quiero que me recuerdes y nunca olvides esto que yo voy a decirte: Tú eres especial, tal vez no lo entiendas, pero eres especial. Por eso muchas personas no te comprenden, pero lo que vas a tener que hacer en tu vida será de mucha ayuda para todos los seres humanos, así que de hoy en adelante vas a hacer..."

Cuando terminaba les daba un beso y todos nosotros lo despedíamos y el niño se alejaba muy contento. Después el señor nos decía lo que había sucedido pasado con ese niño y de qué había servido su visita.

Pasaron muchos años hasta que llegó el día en que el señor se despidió de mí. Me dijo: “Es el momento en que tendrás que partir, ya no me toca instruirte, ya has pasado a otra edad en la que no puedes seguir aquí, tu requieres de otras cosas". Yo tenía 15 años y de hecho fue mi regalo de cumpleaños, por supuesto que el regalo más triste que he recibido.

Aunque ya me lo había anunciado, era en verdad algo que yo no quería que llegara. Pero me dijo que no dejaría de verlo para siempre, -Cuando tú eres uno de los nuestros nunca estás solo, siempre hay alguien más que puede ayudarte. A mí me verás cuando lo desees, pero tú entenderás que eso sólo puede ser posible cuando haya algo verdaderamente importante.

Me dijo que de ese día en adelante debería buscar las respuestas y la instrucción en la naturaleza y que alguien hablaría conmigo en esos momentos de soledad.

¡Más tarde supe a lo que se refería¡

El Arte de Vivir 3 (Novela)

LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES

Mi infancia transcurrió de manera diferente a la de la mayoría de los niños. Llena de cosas extrañas y de coincidencias que a los demás les parecía a veces curioso y otras veces divertido; pero en otras, algo misterioso.

Mis hermanas me tomaban como alguien que podía decir en dónde estaban las cosas que ellas perdían, mi madre respetaba todo lo que yo le dijera y cuando tenía dudas sobre alguna decisión, me preguntaba: “¿Qué crees que Dios quiera que yo haga respecto a esto?”.

A pesar de mi corta edad, me estaba volviendo el centro de atención de muchas personas, no únicamente de mi casa, sino de los lugares vecinos. Sin que pudiera evitarse, mis habilidades llegaron a convertirse en cosa del dominio público, al menos en lo que se refería a poder curar enfermedades que eran consideradas difíciles y hacerlo de la manera más rápida posible.

Sobra decir que mi madre sentía que yo había llegado a cumplir una misión especial en el mundo, y por lo mismo, todo lo que pudiera hacer para beneficiar a los demás debía hacerlo, pues era mi misión. A mi padre esto no le gustaba, tal vez, porque no era lo que él esperaba para el hijo que tanto ansiaba o tal vez porque presentía problemas.

Las discusiones llegaron a su fin a raíz de un problema que se originó en una tarde, cuando llegó de pronto un forastero con su hijo muy enfermo. Tan nervioso estaba el señor que exigió que se atendiera de inmediato a su hijo. Mi padre estaba presente y eso no le gustó, pero el hombre sacó su arma y volvió a exigir que quería que se atendiera a su hijo y que era mejor que se curara, porque si no, nosotros también íbamos a pasarla muy mal. Mi padre forcejeó con él en lo que fue una larga pelea, mientras mi madre gritaba y mis hermanas corrían por ayuda.

En ese entonces yo tenía 6 años y al ver tanto alboroto, sentí miedo y me acerqué a un rincón, justo donde se encontraba el niño que estaba enfermo, yo volteé y al mirarlo me dijo: “¿Puedes tú ayudarme?”, le dije que sí y me olvidé un poco de la pelea. No recuerdo lo que le hice o dije, sólo recuerdo que al poco rato el niño se paró y se acercó sin temor hasta donde mi padre y su padre estaban peleando, se puso en medio y le gritó a su padre, quien al verlo, soltó a llorar y lo abrazó.

Todos los que se habían acercado a ver la pelea se quedaron pasmados, al niño le había picado una víbora y al parecer era muy difícil que se salvara. El padre con la misma fiereza que había exigido que le ayudaran, ahora estaba pidiendo perdón de rodillas a mi padre.

Cuenta mi madre que a varios de los que estaban allí se les salieron las lágrimas y todos, impulsados por el mismo fervor, nos hincamos a rezar, a dar gracias a Dios por el milagro.

Esa fue la última curación que hice, mi padre las prohibió y ni el mismo reverendo Peter pudo hacer que mi padre cambiara de opinión. Convinieron que únicamente en el caso extremo de una enfermedad en verdad grave y sólo en caso de emergencia, podría volver a curar a alguien.

En la escuela las cosas no iban del todo bien, a veces tenía que concentrarme mucho para aprender lo que tenía que estudiar, pero otras me resultaba demasiado sencillo. Aprendía mucho del campo y de la naturaleza, pues relacionaba todo lo que ahí observaba, con el comportamiento que yo veía entre los seres humanos. Y les decía en la escuela que nosotros éramos como pequeños animales, que habíamos aprendido a hablar, pero que en mucho nos parecíamos a ellos por lo que hacíamos.

A veces parecía tener respuestas a problemas que los demás consideraban complejos, pero en otras ocasiones era totalmente incapaz de resolver problemas triviales que a los demás les eran demasiado sencillos; tal vez porque no encontraba utilidad en resolverlos, o bien porque eran demasiado insignificantes para mí.

Por todo esto, poco a poco mi infancia se tornó cada vez más difícil en lo que se refería a mis relaciones con los compañeros. Mi padre se desesperaba y me reprendía cuando decía que ya me dejara de hacer cosas diferentes, que no me era nada difícil ser como los demás.

A veces en su desesperación cerraba los ojos y suplicaba a Dios que le ayudase a guiarme, que le diera la clave para que pudiera aconsejarme cómo comportarme para que nadie se burlara de mí. Cuando yo escuchaba eso, le decía: Padre, no te preocupes, yo no me molesto por lo que me dicen, creo que Dios me comprende. Por supuesto que esto él no lo consideraba, pues eran las palabras de sólo un chico al que había que guiar.

Sin embargo yo quería mucho a mi padre porque reconocía su genuina preocupación por mí y reconocía lo difícil que era el poder ayudarme. Mis hermanas me ayudaban mucho y muchas veces tuvieron problemas por defenderme. Mi hermana mayor, Ross, igual que mi madre, se sentía obligada a ver por mí y dado que ella tenía una posición muy respetable dentro de la escuela fue que pude por un tiempo vivir en paz, -al menos mientras ella todavía estuvo en la escuela- pues cuando salió, tuve que vérmelas por mi cuenta y eso fue un poco más difícil.

Poco a poco empecé a aprender lo que era diferente en mí y lo que molestaba a los demás. Mi introversión llegó a afectar mi aprovechamiento en la escuela, sobre todo en aquellas actividades que eran de interacción y sólo después de muchos esfuerzos en conjunto con mis hermanas y mi padre, pude terminar mi escuela básica.

miércoles, septiembre 27, 2006

Una Sociedad Enferma

Una sociedad es un conjunto de individuos que han decidido convivir bajo leyes comunes buscando el bienestar colectivo para mejorar su condición como seres vivientes.

La sociedad tiene como propósito permitir la existencia pacífica y armónica de sus integrantes bajo principios acordados mayoritariamente por sus individuos. Sin embargo hay ocasiones en que una porción de ellos en búsqueda de satisfacer sus propios intereses alteran el orden social e ignoran los derechos de sus congéneres. Son personas que gustan violar las normas, pasan por encima de los demás y representan un completo desafío al orden preestablecido. Me estoy refiriendo a los llamados delincuentes.

Es delincuente todo aquél que busca el beneficio propio ignorando los derechos que la sociedad concede a los demás. Cuando alguien altera esos principios de convivencia se generan tensiones y esfuerzos sociales que inevitablemente crean un nuevo estatus dentro de la comunidad.

Cuando las propias fuerzas que la sociedad ha construido para devolver el orden de sus ciudadanos se ven rebasadas lo que tenemos es una sociedad enferma y esta enfermedad puede tener varios niveles de gravedad.

Mientras la infección sea local, esto es, cuando la desarmonía sólo llega a afectar a unos cuantos de sus miembros, es posible que los propios cuerpos policiales de la misma manera que hacen los glóbulos blancos en el cuerpo, puedan abatir la enfermedad, tenemos entonces que la sociedad cuenta con buenas defensas para protegerse.

Cuando la infección es crónica, cuando es una de esas enfermedades que poco a poco y por mucho tiempo van abatiendo al organismo, el problema puede de pronto salirse de control y convertirse en una enfermedad grave. Ahora bien, nuestra sociedad ha sufrido por mucho tiempo del virus de la corrupción, antes solía llamarse el fantasma de la corrupción, pero hoy más que nunca, el fantasma ya es un espectro, real, vivo y para desgracia de todos... expandiéndose.

La corrupción empieza por ser algo aislado, prohibido, que tiene que callarse, ocultarse, que nos da vergüenza comentar porque lo sufrimos. De pronto, sin saber cómo ni cuándo, la corrupción empieza a salir por la ventana, aquellos que suponemos la combaten son las primeras víctimas, caen por el influjo de los virus y después, ya contaminados, se vuelven ellos mismos contaminadores... recordándonos a esas películas tan frecuentes de zombies o vampiros que una vez mordidos, se vuelven propagadores de la misma enfermedad que combatieron.

La sociedad va enfermando y no nos damos cuenta hasta que ya es muy tarde. Si al principio sólo afectaba a “esas personas de las noticias” un buen día ocurre algo frente a las puertas de nuestras casas y es cuando despertamos a la realidad. Una realidad que antes sólo pertenecía a la televisión y ahora es parte de nuestra cotidianeidad.

Las instituciones son los órganos de nuestra sociedad. Son esos subconjuntos de seres humanos reunidos con propósitos muy definidos que hacen un bien a la colectividad. Son los frutos que como sociedad hemos construido para que nos sirvan a todos.

Cuando la corrupción los alcanza... se enferma no sólo la institución, se enferma toda la sociedad. Las instituciones tienen funciones sistémicas, su influencia afecta a todo el organismo, por esta razón no deberíamos escatimar esfuerzos por defenderlas y hacerlas inmunes a estos tipos de virus.

Una sociedad enferma, altera sus valores, su vista se nubla y de pronto pierde el rumbo que su propia historia le viene marcando.

En una sociedad enferma, los videoescándalos no sirven más que para culpar a quién toma el video y no a quién el propio video revela como culpable. En una sociedad enferma, el que corrompe a la autoridad es encarcelado mientras que el que toma el dinero es liberado. En una sociedad enferma las autoridades no saben distinguir entre lo que es violatorio a las leyes de la sociedad y lo que atenta contra las garantías individuales. En una sociedad enferma es posible pisar los derechos de otros y esgrimir que lo que hacen es ejercer su derecho a protestar. En una sociedad enferma es posible negociar exención de impuestos a cambio de que no protesten por bloquear sus calles. En una sociedad enferma no se puede detener a manifestantes aunque afecten a toda una ciudad y paralicen las escuelas por meses, porque están ejerciendo su derecho a protestar. Sólo en una sociedad enferma se puede esgrimir que los pueblos tienen usos y costumbres que no pueden ser reprimidos... y podríamos seguir y seguir y seguir.

¿Nos habremos dado cuenta de que estamos enfermos?

¿Estamos esperando que alguien nos cure?

¿Cuál es nuestra función? ¿qué podemos hacer nosotros como individuos?

Ser células sanas. Trabajar en nuestro pequeño o grande ámbito de influencia para impedir que la corrupción llegue más lejos. En tu escuela, en tu barrio, en tu oficina, en tu propia casa, para en seco la corrupción. No dejes que las cosas lleguen más cerca de ti.

No compres discos piratas, no tengas cables piratas, no des mordidas, no dejes que te saquen dinero los agentes de tránsito. Paga tus multas, no pidas concesiones a cambio de favores.

Todo empieza con una célula. Si eres fumador, recuerda como empezaste a fumar. Al principio fue sólo un cigarro, después ya no pudiste parar. Si gustas de tomar recuerda que al principio fue sólo una cerveza. En el vicio como en la corrupción todo empieza con algo insignificante.

Nosotros sólo estamos de paso, tomamos la sociedad que nos dejaron nuestros padres y ahora nos toca dejar otra sociedad a nuestros hijos. Nuestra generación ha visto caer el muro de Berlín, hemos visto crecer al sida, dimos la bienvenida al internet.. Hemos estado a punto de acabar con el planeta y ahora enfrentamos la amenaza del terrorismo. También hemos descifrado el genoma humano y ahora acabamos de redefinir al Sistema Solar.

¿Qué sigue?

La respuesta depende de nosotros... ¿qué queremos que siga?

No importa el tipo de respuesta que tengamos, lo que importa es que no seamos simples observadores de un mundo que cambia y que decide todos los días una historia diferente... ¡Atrevámonos a escribir nuestra propia historia!

Alonso

martes, septiembre 26, 2006

La Despedida (Cuento)

A lo lejos, en el horizonte, el día moría entre dorados resplandores que recordaban las gloriosas horas que había dejado atrás. Dentro de una choza un anciano patriarca al borde de la muerte recitaba sus últimas palabras ante la mirada triste de sus allegados:
"Hijos míos, hoy inicio el gran viaje. Me retiro satisfecho porque he visto a mi trigo dar fruto. He visto brillar la esperanza en los ojos de mis hijos.
He oído al murmullo de la tierra agradecer su siembra.
El canto del grillo y el vuelo del águila no han visto perturbados su manifestación por nuestro pueblo.
La sonrisa de los jóvenes habla alto de su paz interior y a mi mirada cansada ha llegado también el cálido abrazo de dos hermanos. ¡Cuidad de sus siembras, hijos míos! Que el fuego del altar no se apague por la indiferencia. Que sus casas sean construidas con sólidos muros pero con sus puertas abiertas. Que el tibio lecho no los reciba sin haber separado antes su trigo de la cizaña.
Y los primero rayos del alba los encuentren empuñando el azadón y el costal de semillas. Piensen en la tierra que nos da el sustento como una madre cariñosa. Y vean a las plantas que nos conceden sus frutos como nuestros hermanos menores que agradecen nuestros cuidados.
Cuando vean florecer al rosal, recuerden las espinas.
Cuando sientan llegar al invierno, recuerden a las ardillas. Cuando descubran sus sienes planteadas será el tiempo de volteara ver a sus hijos.
Hijos Míos, cuando oigan el llamado de nuestro Padre, regocíjense, aquieten su corazón, reúnan a sus familias y repítanles estas palabras.

Y mientras esto ocurría dentro, afuera... una estrella parecía brillar más fuerte, mientras los últimos rayos luminosos de la tarde corrían en pos del astro rey hacia nuevas tierras.

Alonso (publicado en la revista 14 de Comunicación Cósmica).

El Arte de Vivir 2 (Novela)



EL NACIMIENTO

Empezaré mi diario describiendo mi nacimiento, lo que recuerdo en parte, e imagino en otra. Mi madre me lo contó tantas veces que parece que mi memoria guarda imágenes de cómo pudo haber ocurrido.

Vivíamos en un pequeño pueblo al sur de Inglaterra. El nombre, para qué decirlo, tan parecido era de cualquier otro de los que por decenas se extendían entre las grandes ciudades, pero estaba en algún punto medio del camino que llevaba de la vieja Londres hasta la ciudad de Brunswick.

Como en todas las villas, cuando se acercaba un acontecimiento tan relevante como el nacimiento de un niño, todas las señoras se unían y su única preocupación era atender a la que iba próximamente a ser madre. El acontecimiento era por mucho tiempo la comidilla del día y el centro de todas las pláticas de esa pequeña sociedad.

Mi padre, hombre de gran corpulencia, había estado esperando con gran alegría ese momento, pues hasta la fecha ya habían nacido cuatro hermanas mías y no había un solo hombre en mi familia. Su gran deseo era que por fin tuviera un heredero a quién dejarle el buen nombre de la casa y que pudiera hacerse cargo de lo que él dejara a su retiro.

Todo estaba previsto para que mi llegada fuera en medio de una gran celebración que las cuarenta familias del pueblo iban a festejar jubilosamente, pero desde este temprano momento de mi relato, tengo que expresar que mi vida iba a estar llena de cosas que no permitían que la voluntad de los hombres interfiriera con la de Dios.

Había una comadrona, gran amiga de mi madre, que era quién traía a los niños al mundo y ya había sido avisada de que la fecha se acercaba. Era tal vez la única que entendía lo que un nacimiento representa en la vida de los hombres, su gran amor a la labor que desempeñaba seguramente había sensibilizado su espíritu, al grado de que percibía las sutiles irradiaciones que provienen de las grandes esferas de luz del espacio.

Mi madre me contó, que muchas veces, cuando fue examinada por las expertas manos de esta señora, ella la observaba con una mirada extraña en el rostro y después le decía -No sé por qué presiento que este niño tuyo va a ser alguien diferente, viene con mucha fuerza. -¡Algo trae esta criatura!

Tantas veces le dijo esto, que mi madre terminó creyéndolo y se llenó de un fervor especial que acaso rayaba en temor. Mi madre pasaba muchas horas en la capilla en donde el reverendo Peter gustaba de hacerla el tema preferido y la usaba como excusa para su sermón dominical: “Acuérdense que el nacimiento de un niño es como un recordatorio del poder de Dios y no debemos olvidar que ese poder Dios lo tiene sobre todos los seres vivientes. Él es el dueño absoluto de todas las criaturas de la Tierra, somos hijos de él, y no podemos olvidar esto nunca”.

Llegó el día del alumbramiento, un día en verdad especial, las nubes se agolpaban en torno al pequeño pueblo en donde vivíamos, mi madre sentía que ése sería el día y llamó desde muy temprano a la Sra. Withaker, como se llamaba la comadrona, mi padre atendiendo a las súplicas de mi madre, fue en la carreta por ella. Cual no sería la sorpresa cuando se enteró de que la señora estaba muy enferma. -No podré atender a Ross porque lo que tengo podría enfermar al niño, tienes que ir por la señorita White, la que vive en el pueblo vecino, ella la atenderá en mi lugar, ve prontito que ese niño tiene algo especial “ -le dijo preocupada.

Mi padre corrió a lo más que podían los caballos porque el pueblo se encontraba a dos horas de camino del lugar donde nosotros vivíamos. Tal como se presagiaba, la tormenta se desató haciendo que el viaje fuera más tortuoso que de costumbre. Mi padre tuvo que luchar contra la furia de la naturaleza y llegar hasta donde estaba la señorita White, quien rápido se aprestó a ayudar.

Pero en el camino de regreso, la carreta cayó en un hoyo y una de las ruedas se quebró, mi padre y la mujer tuvieron que seguir el viaje a caballo y llegar hasta donde estaba mi madre. Cuando llegaron, vieron las caras asustadas de mis hermanas y de una multitud de señoras que ya se habían concentrado en nuestra casa.

Las caras de ellas asustaron aun más a mi padre, que en lugar de esperar a que le explicaran lo que había sucedido, se abalanzó hasta la recámara de mi madre y entró gritando a la habitación.

Ahí estaba ella, sonriéndole y con una mirada llena de amor, conmigo en sus brazos. -Hoy nos ha visitado Dios, no digas nada, sólo híncate y ponte a rezar -dijo mi madre. Segundos después entraba la señorita White y la misma reacción tuvo al ver a mi madre.

Cuenta mi madre y cada vez que lo recuerdo se me llenan los ojos de lágrimas, que en el momento en que sintió que era llegada la hora, pidió a mis hermanas que avisaran a las vecinas que se encontraban en las granjas contiguas a la nuestra para que fueran a ayudarla. Mis hermanas corrieron asustadas al ver que mi padre no llegaba con la ayuda que se necesitaba y que la tormenta empezaba a ser cada vez más difícil el camino.

Y entonces, en el preciso momento que ellas salieron, mi madre tuvo una visión: Un ángel de cara sonrosada le dijo -Ross, el que va a nacer de ti es alguien que Dios ha mandado para regocijo de los hombres en la Tierra. Tal vez no lo entiendas, pero tu labor será ayudarlo en lo que viene a hacer, muchos no lo entenderán y tal vez tú tampoco puedas hacerlo. Sin embargo, no olvides que él no tendrá apoyo de los demás, sólo tú podrás comprenderlo. Nunca olvides que él dependerá de ti en gran medida en sus primeros años. Esto te lo pide Dios.

Después sintió que una gran nube bajaba y la envolvía. Y despertó cuando los gritos de las vecinas le decían que el niño ya había nacido. Todas sorprendidas le pedían que les contara como es que sin ayuda podía haber hecho lo que hizo y ella les platicaba lo que había visto. Todas estaban impresionadas, pues al parecer, cuando me vieron, yo ya estaba limpio y perfectamente envuelto en cobijas junto a mi madre, no lloraba y tan solo dormía plácidamente junto a ella.

¿Qué fue lo que pasó esa tarde? ¿Cómo fue que ocurrió lo que ocurrió?. No sé lo que tú pienses lector, pero sí te puedo decir que las maravillas de las que he sido testigo tantas veces me permiten afirmar que lo que ocurrió esa tarde fue obra de Dios y de sus ángeles.

Así es como transcurrió mi vida: De sorpresa en sorpresa.

¿Qué me mueve ahora, a mis 87 años a escribir esto que hoy comienzo?. Llevo 15 años en retiro voluntario dedicado a las obras de Dios y este es el último trabajo que él me pide para mi vida. Espero que al terminar este relato entiendas lo que quiero decir.

Que Dios te bendiga y te permita creer que esto fue posible.

lunes, septiembre 25, 2006

La Conciencia Ecológica

Cuando actualmente escuchamos en la radio o en la televisión de una conciencia ecológica lo natural es que pensemos en la forma como se debe apoyar a la Tierra, la verdad es que una conciencia ecológica va mucho más allá de eso. En un sentido más amplio, una conciencia con sentido ecológico abarca no solamente nuestra forma de pensar y conductas hacia la Tierra sino también hacia nuestras relaciones con otros seres humanos.

Como seres orgánicos, estamos sujetos a las mismas leyes ecológicas que los demás seres vivos. Luchamos por la supervivencia, dentro de un ámbito distinto pero igualmente salvaje.

Tal vez no tengamos el mismo riesgo de ser comidos como los animales en el ambiente natural o que tengamos que matar para conseguir nuestro alimento (a fin de cuentas, hay alguien que ya los mató por nosotros), pero igualmente buscamos de manera desesperada nuestro alimento emocional, ese alimento que en forma de amor o reconocimiento alimenta a nuestra parte emocional. Es la lucha por este alimento el que hace a los seres humanos ser tan salvajes como los animales.

Es por el reconocimiento o el amor que los seres humanos somos capaces de luchar o incluso matar a otros, fue por amor que Troya fue incendiada, por amor se construyó el Taj Mahal, por amor los seres humanos somos capaces de todo.

Y es por lograr el reconocimiento que somos capaces de superar obstáculos, escalar el monte Everest, hacer públicos nuestros conflictos como en los tan actuales “reality shows” o buscar sacrificar nuestros cuerpos con tal de que en la televisión puedan ser aceptables a la opinión de los televidentes.



El hombre busca desesperadamente aceptación y reconocimiento de sus congéneres; es esta búsqueda la que nos clasifica como depredadores o víctimas de otros.

Las personas que roban el reconocimiento de los demás, son depredadores que se alimentan del trabajo ajeno, recogiendo para si, lo que otros han ganado.

Quienes insultan y desprecian a otros son, sin darse cuenta, los carniceros de la especie humana. Consumen indiscriminadamente la autoestima de aquellos con quienes conviven y son capaces, en ocasiones, de degradarlos hasta convertirlos en personas dependientes, casi esclavos, que hacen hasta lo imposible por buscar una sola palabra de aceptación.

Y al igual que en la naturaleza, los depredadores de uno pueden ser fácilmente presas de otros. El depredador de sus obreros puede ser víctima de su esposa o madre, el trabajador menospreciado de la fábrica puede convertirse en el depredador de sus hijos en su propia familia. Nos podremos preguntar: ¿qué beneficios obtiene el depredador de su víctima?... Poder, sentido de importancia personal, cualquier cosa que le permita a su propio ego subsanar alguna deficiencia personal (se podrá alegar que muchas personas son inconscientes de su comportamiento nocivo, pero finalmente su función dentro de estas leyes ecológicas es similar al de los animales que matan para satisfacer su hambre y no por tener algún problema personal con su víctima). La sociedad puede ser vista entonces, como un gran ecosistema donde el hombre forma cadenas de relaciones en busca de esa energía mágica del amor.

Por otra parte, podemos clasificar a las personas en donadores o consumidores, en función de si entregan o consumen primordialmente energía de reconocimiento o autoestima. Una persona que respeta a otra, que le da su lugar, que le entrega reconocimiento cuando lo amerita o le hace pasar un rato agradable, está donando energía y la persona que la recibe se siente atraída para regresar con ella y seguir cultivando la relación, a esta persona le podríamos llamar “donador” dado que entrega lo que la otra necesita.

También hay personas que lejos de entregar energía parecería como si la quitaran, dichas personas no sólo no entregan reconocimiento sino que muchas veces, lo buscan en otros. Viven ansiando desesperadamente que alguien les entregue el reconocimiento que necesitan, son aquellos que gustan hablar de sus enfermedades o problemas para que los compadezcan, suplican directa o indirectamente por ayuda buscando siempre como una doble intención, ocupar el tiempo y el interés de otras personas. Estas personas solo consumen el reconocimiento de los demás y por lo mismo no es raro que sean evitadas por las demás personas quienes de manera inconsciente o conscientemente saben que “no sacan nada bueno de ellas”.

Entre donadores o consumidores se establecen múltiples relaciones similares a las que se dan en la naturaleza. Así podemos tener:

-Simbiosis: Cuando ambas partes reciben beneficios de la relación. Para que este tipo de relación se de, ambos participantes deben poder ser donadores y consumidores. Muchas parejas recién casadas podrían ser un buen ejemplo de este tipo de relación.

-Parásita: Cuando uno de los participantes en la relación es principalmente consumidor y no da nada a cambio. El estereotipo podría ser esa frecuente relación que se da entre una madre que cuida y mantiene a su hijo no obstante que éste ya tiene 30 ó 40 años y no se decide a trabajar pudiendo hacerlo.

-Comensal: Cuando uno de los participantes gusta (o necesita por alguna patología personal) de ser donador permanente y coloca a la otra persona en posición de consumidor. En este caso el estereotipo podría ser la típica madre que no importa a dónde vaya, siempre está buscando sentirse útil, lavando los trastes o atendiendo a los invitados no obstante que ella misma sea otra invitada.

Así pues, las relaciones humanas podrían ser vistas como otro fértil campo de aplicación de las leyes ecológicas de la naturaleza.

La próxima vez que usted se pregunte, ¿por qué será que no tengo una buena relación? Tal vez encuentre la respuesta en la forma como entrega o busca esa energía que todos necesitamos: el amor, o en su forma más sutil: el reconocimiento hacia los demás.

Alonso

domingo, septiembre 24, 2006

El Arte de Vivir 1 (Novela)

A partir de hoy me propongo incluir uno o dos capítulos cada semana de una novela que escribí hace aproximadamente 6 años. Hasta ahora no ha visto la luz, es la primera vez que la comparto públicamente, en ella se puede apreciar mucho de lo que la filosofía espiritual ha enseñado a lo largo de los siglos. Espero que la disfruten. Esto será en paralelo de lo que normalmente estaré incluyendo como reflexiones en el blog. Cada vez que hable de la novela se incluirá como "El Arte de Vivir" que es el nombre de la obra.


"El Arte de Vivir"

PROLOGO

Los caminos del despertar espiritual son múltiples y variados, no hay dos iguales. Y por lo mismo, lo que aquí voy a describir, no es una regla que se tenga que aplicar a todos los iniciados del mundo. Es más bien una muestra de lo que puede ocurrir a cada uno de ustedes, si pone el empeño suficiente para realizar los esfuerzos que se requieren para seguir el camino de todos aquellos que han sentido el llamado del espíritu, y se dejan llevar sabedores de que la naturaleza humana deberá ser supeditada tarde o temprano a los dictados del espíritu.

Lo que les voy a contar en realidad pasó, y pertenece a una de esas historias que se han perdido a lo largo de los siglos, y que sin embargo, por su belleza siguen impactando a los que las pueden leer en los anales de la naturaleza.

Esta historia nos narra una de las más bellas vidas que se hayan vivido en la Tierra. Es sin lugar a dudas, un ejemplo de lo que el amor a la vida del Padre puede lograr en la Tierra, y de lo que se puede alcanzar aún estando encarnado.

Sucedió en un pequeño pueblo de la antigua Inglaterra. En un lugar donde no había lujos ni comodidades superfluas, pero sí lo necesario para que el intelecto de sus habitantes pudiera ser cultivado tanto en las artes manuales como en la música.

Los capítulos de este libro están llenos de claves para vivir e interpretar en términos espirituales, por lo que se pueden convertir en lecciones para estudiar y leer cuidadosamente.

Así pues dispongámonos a leer el diario de alguien muy especial que logró recorrer el sendero que lleva hasta el reino del espíritu y que pudo encontrarlo aquí mismo, en la Tierra.


¿CÓMO EMPEZAR?

¿Cómo empezaré?, no tengo la menor idea de cómo narrar lo que mi espíritu me pide que escriba. ¿Habrá alguna razón para ello? ¿Tendrá el destino algún designio secreto que desconozca por lo que me pide que yo haga esto?

Es verdad que mi vida no se parece a la de la mayoría de la gente, tal vez porque he tenido que caminar un poco más en el sendero que lleva a la raíz de los seres humanos; pero ¿será ésta razón suficiente para que justifique lo que hoy voy a empezar?

La humanidad no siempre valúa lo que del espíritu se ha motivado ¡son tantos los valores que los hombres deben cambiar! ¿No se perderá mi relato entre los miles que circulan en medio de un mundo que no sabe apreciar lo que es trascendente, y diferenciarlo de lo que es fútil?

En fin, si mi espíritu me lo pide, será porque tiene razón. Mis cavilaciones son inútiles cuando nacen de las dudas y de mi pequeñez.

Dejo que sea mi diario el depositario de estas reflexiones y pido al gran Dios de los cielos que guíe mi pluma para que pueda, con su auxilio, describir aunque sea en una mínima parte lo que mi corazón ha debido pasar, y que constituye para mí las más sagradas lecciones que un humano pueda recibir en la Tierra.

Deseo hacer una advertencia a aquellos que se topen con esta historia: Tal vez no crean todo lo que aquí voy a describir, tal vez les parezca demasiado fantasioso pensar que alguien así pudo haber vivido en la Tierra. Pero mis ojos se llenan de lágrimas cuando me doy cuenta que los hombres estamos tan lejos de las mieles del espíritu, que no somos capaces de ver la grandeza que se encierra en la palabra renunciación.

Mi corazón se embarga cuando reconoce que la humanidad está aun lejos de poder reconocer el valor de la vida espiritual. Tan llena está la humanidad de los valores terrenales, que no se da cuenta de que lo que realmente importa en la vida trascendente es precisamente lo que desecha como inútil en su vida cotidiana.

Pido entonces comprensión a todos aquellos que tomen estas líneas en sus manos, y les ruego que me concedan el beneficio de pensar, que al menos, como novela, esto que van a leer pudo haber pasado, y que existe la posibilidad de que haya sido cierta.

Entrego en tus manos, querido lector, mi vida, trátala con respeto.

jueves, septiembre 21, 2006

El Poder de una Persona

La humanidad es un conjunto de personas que buscan desesperadamente vivir en paz, crear un patrimonio, proteger a sus familias, educar a sus hijos, tener un amor que los espere y les llene sus horas de caricias. Tener un hogar donde puedan sentirse seguros, con libertades, donde puedan desarrollar una familia y realizarse como personas.

Pero la sociedad no es un como en los cuentos de hadas donde sólo basta desearlo para que se realice. La sociedad es el resultado de todos nuestros deseos confrontados, de todas nuestras luchas, de todos nuestros esfuerzos por cumplir lo que consideramos justo y valioso para nosotros.

Cada uno habla, trabaja y se esfuerza por cumplir con lo que consideramos nuestro deber o lo hacemos para realizar un sueño.

Cada hombre y mujer siguen sus propios caminos. Y en nuestro caminar nos unimos y nos separamos, trabajamos juntos o como rivales, nos amamos o nos odiamos.

Y así, se va construyendo la sociedad.

Somos millones de personas buscando vivir nuestra vida como creemos que vale la pena. Algunos sólo aspiran a sobrevivir, otros anhelan construir ciudades enteras, hay quienes sueñan con descubrir la cura del sida, mientras que otros buscan apropiarse (comprar) de las riquezas de algún pueblo para asegurar el bienestar del suyo.

Hay quienes sólo ven el provecho propio y otros que desean ayudar a comunidades enteras. Hay quién busca los tesoros del corazón o del cielo según su fe y hay quién sólo quiere los tesoros de la Tierra.

Algunos piensan que en el amor está el secreto de la felicidad, mientras que otros lo asocian al dinero, los hay que por la salud darían todo lo que poseen y otros sólo aspiran a unos minutos de fama para sentirse felices.

El hombre y la mujer somos iguales en esencia, necesitamos un espacio en este mundo donde podamos expresarnos y vivir en paz.

Pero la sociedad la hacemos todos. Somos nosotros quienes hemos realizado dos batallas mundiales y muchísimas locales. Somos quienes nos hemos matado en el nombre de la fe, de una patria, por la honra de la familia, por la dignidad, por miles y miles de causas.

Somos nosotros quienes hemos educado a nuestros niños para que aprendan a que existen diferencias. Que deben cuidarse de algunas personas porque pueden hacerles mal, que no debemos juntarnos ni ser amigos de aquellos o de los otros, porque son diferentes.

Dónde está la clave que nos pueda llevar por senderos más prometedores, que nos permita dejar un patrimonio más digno para los que vienen detrás.

¿Es nuestra lucha solitaria o somos muchos los que buscamos lo mismo? ¿Quién está dentro de esta cruzada?

¿Estaremos al igual que Alonso Quijano, el legendario Quijote, luchando contra molinos de viento? mientras en los pastizales campiranos se escucha la música de “sueño imposible” la maravillosa obra musical de Mitch Leigh y Joe Darion.

No es eso lo que pensó Gandhi cuando se lanzó en una lucha desigual contra el imperio más poderoso del planeta en ese tiempo para liberar a su país.

Ni tampoco lo pensó la madre Teresa de Calcuta cuando decidió que ella iba hacer algo para ayudar a los más pobres entre los más pobres del planeta.

Cuando Henri Dunant un joven suizo propuso la creación de una organización neutral que pudiera ayudar a los heridos en batalla, tal vez nunca pensó que esta organización (más tarde llamada Cruz Roja) salvaría millones de vidas en los años por venir.
Así que ¿quién puede decir que una persona no es capaz de cambiar al mundo?

Todo lo que se necesita es una buena persona... con un buen propósito.

¿Cuál es el tuyo?

Alonso

miércoles, septiembre 20, 2006

Bienvenida

Has llegado a un sitio donde podrás compartir reflexiones y puntos de vista sobre asuntos mundiales que nos aquejan o nos honran.

La Tierra es nuestra casa y nosotros somos los responsables de cuidarla.

En mi opinión no hay otra estrategia más efectiva que la de crear una conciencia global que parta desde lo interno del hombre y busque el cambio de la sociedad hacia rumbos más acordes a nuestra naturaleza ecológica.

La revolución debe partir de lo interno o no será permanente.

Los únicos cambios que hacen eco en la sociedad son aquellos que aglutinan un sentir colectivo y los traducen en acciones simples y comprensibles para la mayoría.

Pretendemos constituirnos en un factor de cambio de conciencias, a través de la razón y el intercambio libre de ideas.

Si te consideras constructor de conciencias, bienvenido. Si compartes nuestras inquietudes bienvenido.

No es nuestra intención crear polémicas, ni distanciarnos en el debate. Es más bien, buscar comprendernos y crecer a través del ejercicio de la razón.

Alonso


Contador Gratis