Un cuento de amor y ternura… de ternura y amor
Y temblaba… el alma buscadora del amor eterno temblaba al encontrar... al hallar tanta grandeza… nada más y nada menos que en su interior… sin moverse del lugar, sin alejarse y sin embargo se sentía tan alejada del mundo como si ante ella se hubiera desplegado una creación completa con nuevos mundos aún por llenar… con nuevos universos aún por iluminar… con nuevas estrellas… con nueva fuerza de vida plena…
Y era tan grande el sentimiento… tan grande la vivencia… tan repleta de fuerza… tan real… que sucumbía a la misma muerte… la muerte de todo aquello que para ella era conocido antes y que sentía como limitado, como dolorido… como…
Más su corazón era tan grande que se debatía entre ambos mundos… en una lucha por el profundo deseo y voluntad de compartir tanta belleza… tan profundo éxtasis con aquellas almas que, bajo una fuerte llamada de amor, la esperaban cerca ya del umbral con el corazón lleno de esperanza…
Su corazón, tan embriagado de amor y al tiempo tan sediento por repartir ese amor… quería formar parte de ambos mundos… permanecer en un umbral en donde se le permitiera recoger y dar…recibir y compartir… embriagarse y embriagar a otros… de éxtasis, de felicidad absoluta y eterna… de vida… de realidad…
Y… de un lado su alma deseaba permanecer y compartir y al tiempo sentía temor…. por volver a sentir dolor…
Y entonces sucedió que una bella alma puesta a su lado por Dios, al ver lo que estaba sucediendo volcó su corazón y se abrió como una fuente de ternura, como un bálsamo que, más allá de todo mal, protege lo más tierno, la más pura creación y la envuelve, la acaricia, le canta canciones de cuna y la protege, la cuida, la consuela… la admira y la respeta… la quiere y también sabe recibir su amor…
Una ternura como ninguna otra había caminado antes la tierra se desplegó de esa bella alma… y mientras el tiempo transcurría como una eternidad que se hace presente a cada momento las dos almas se hacían una, porque no había una sin la otra… no había amor sin ternura y la ternura brotaba incitada por el amor… y la una era la otra y las dos eran lo mismo… una creación dorada… plateada… de todos los colores del arco iris que Dios desplegó ante los ojos de la creación…
Y muchos no podían ver tal cantidad de amor y ternura… de ternura y amor… que a veces tan cerca les rondaba, pero todos sentían… todos sabían que algo estaba sucediendo en el mundo… en los mundos de creación… en los corazones de todos… de la vida… en los rostros de los niños que cada día sonreían más al saber, ellos sí, que el amor y la ternura se hacían presentes de nuevo en la tierra y más allá… para siempre… por toda la eternidad… en un ahora presente…
maite
(28 de julio del 2003)

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