Reflexiones desde lo interno

Un espacio de reflexión sobre el mundo y la sociedad que todos formamos. Un espacio de crecimiento y aprendizaje. Un lugar donde podemos mirar desde otra perspectiva lo que a todos nos afecta. Un lugar para pensar en lo que trasciende.

Nombre: Alonso
Ubicación: Monterrey, Nuevo León, Mexico

Soy físico de profesión, aunque trabajo como consultor de empresas en el área de calidad. En este blog ustedes podrán encontrar cuentos, reflexiones, una novela (El Arte de Vivir) que escribí hace tiempo y que hasta ahora no se ha publicado así como las narraciones de Maite, una gran escritora que con sus palabras nos enseña a ver con el corazón. Mucho agradecería que tomen un tiempo para hacernos llegar sus comentarios a: alonsogzz33@hotmail.com Si desean contribuir con algún comentario o reflexión sólo mándenlo y nosotros con gusto lo incluiremos.

martes, octubre 17, 2006

El Arte de Vivir 17 (Novela)

PASO AL AMOR SOBRE LA TIERRA


Cuando llegamos le manifesté a Philippe que deseaba salir a la playa y que volvería en un rato, él comprendió, a pesar de que la casa requería los cuidados propios de una larga ausencia, él me permitió salir.

Y me lancé al encuentro del mar, ese gran depositario de aventuras y desventuras de los hombres, el gran ser que siempre está esperando a que los hombres vayan y desnuden su alma frente a él.

Cuando llegué, sentí como si me estuviera esperando ahí en el mismo lugar donde yo recibiera tantos secretos y tanta sabiduría. Ese mismo lugar donde viera aquél cangrejo negro salir de su campo y perder la vida; donde se me reveló el misterio de las leyes del universo, ese mismo lugar me recibía para ahora ser yo quien hablara y le dijera de los pesares de mi alma.

Y así lo hice, mi alma se encargó de repasar cada uno de los momentos que precedieron a la separación. Volví a ver su cara, sus ojos, sus palabras, las que pronunció y las que nunca salieron de su boca, todas ellas las repasé. Sabía de sobra lo que su corazón gritaba en sus ojos, conocía sus pensamientos más profundos. Ella sentía lo mismo que yo había sentido y aprendí muchas cosas.

Aprendí que las mujeres tienen un valor que sobrepasa al del hombre, porque son criaturas dispuestas a entregarse y a olvidar, porque tienen un sentido de sacrificio muy superior al del hombre, porque la naturaleza las ha dotado de una capacidad de entrega al amor mucho más allá de lo que puede experimentar un hombre, porque desde que nacen vienen preparadas para ser madres y ese misterio a los hombres nos está vedado.

Algo en su naturaleza les permite poder renunciar al amor y ennoblecerse hasta el grado de poder elevarse por encima de la especie humana y convertirse en ángeles de amor.

Entendí que ella había hecho la renunciación antes de que yo mismo la hubiera decidido, se sublimó en la espera y me enseñó que al amor no se le huye, se le enfrenta, se le profesa, se le maneja y después con la grandeza del alma, se le deja ir para vivir eternamente agradecido.

Aprendí que para disfrutar del amor no se requiere tenerlo presente, no se requiere tenerlo cerca, no se requiere incluso que la otra persona corresponda; porque el amor es algo personal, es la corriente de vida y energía que proviniendo del cosmos desciende a través de nosotros para llegar a los seres humanos.

Eso habíamos hecho Bernardette y yo, habíamos abierto nuestras puertas internas y habíamos dejado que descendiera el amor en toda su plenitud a través nuestro y en ese mismo momento nos habíamos convertido en dos seres unidos por la magia del “Amor Cósmico que proviene de Dios” y por unos momentos habíamos compartido la gloria de ser seres divinizados y entregados a la más grande fuerza que Dios haya creado para sus hijos: El Amor.

Por unos momentos me perdí en la grandeza de lo que estaba percibiendo. Y juro que vi en el cielo un fenómeno por demás maravilloso. Juro que vi frente a mí, en el horizonte del mar, -en ese lugar donde se junta el perfil del mar con las nubes del cielo- una gran fiesta de ángeles. Seres maravillosos danzaban alrededor unos de otros mientras una música celestial se dejaba escuchar en todos los rincones del cielo.

La visión empezó a hacerse más real, los ángeles tocaban trompetas de un sonido suavísimo, mientras otros extendían sus manos y dejaban salir de ellas una luz increíblemente fuerte que hacía obscurecer al propio sol. Danzaban alrededor de un ser que al principio no discerní quien era, se veía pequeñito, como si fuera un niño. Los ángeles se movían y se movían y aunque sus rostros no reflejaban ninguna expresión su música y sus movimientos se veían cada vez más claros.

Mi corazón temblaba de la emoción, pues nunca había visto tal manifestación de amor ni sentido dentro de mí aquella grandeza. Mis ojos empezaron a llorar de la sorpresa, siguió una intensa emoción que empezó a desahogarse en un llanto ligero, sereno, suave, como la misma brisa que empezó a soplar para hacer regresar mi conciencia al cuerpo.

Y de pronto, una voz muy tierna, muy profunda, habló y me dijo; “Paso al amor sobre la Tierra, bendito seas porque te has convertido en un instrumento del amor divino”.

Yo sólo alcancé a murmurar “gracias” y pronto toda la visión empezó a desvanecerse suavemente al tiempo que las trompetas iban acallándose sin prisa.

Tal vez una o dos horas después me levanté, todavía sin recuperarme de la impresión y al voltearme para emprender el regreso a casa, vi a lo lejos a un hombre sentado y volteando hacia mí. Se levantó y empezó a acercarse, cuando lo reconocí, corrí a sus brazos, era Philippe, me volvía sentir niño en brazos de un padre.

En ese abrazo le dije a Philippe mucho más de lo que podría haberle dicho en palabras. El comprendió, lo supo tal vez desde el momento en que decidimos ir de regreso al pueblo donde yo vivía. Pero por supuesto él no me dijo nada, me tomó de los hombros y caminamos un rato en silencio, ya casi para llegar habló.

-Miguel, ¿te has puesto a pensar si todo lo que nos pasa tiene un propósito más allá del que nosotros sospechamos?

-Sí, creo que sí. A veces pienso que la vida se encarga de ponernos en situaciones que nos parecen problemáticas, pero al final uno se da cuenta de que era por su propio bien.

-No me refiero a eso, me refiero al hecho de que los seres humanos somos partes de un ser más grande y tal vez lo que nos pase sea una experiencia de mayor utilidad para ese ser mayor que para nosotros.

Me detuve para tratar de entender lo que estaba comentando Philippe y como siempre volver a preguntar.

-¿Tú crees que lo que me pasó a mí sea algo...?.

-En la vida de los seres humanos están conjugadas una serie de Leyes Universales de las cuales no sabemos mucho. El propósito que persiguen algunas de las cosas que nos pasan puede estar más bien explicado por esas leyes que desconocemos, que por las pequeñas razones que nosotros podemos ensayar para entenderlas.

-Philippe, alguna vez tú pasaste por algo similar a lo que yo pasé.

-Similar sí, igual no, ninguna experiencia es igual a otra, cada una es diferente y no podemos decir que hemos sentido lo mismo. Esa es parte de la magia de la vida, una vida que se repite en cada ser humano, pero que sin embargo es diferente en cada uno de ellos. Lo que te puedo decir es que en cada renunciación se esconde uno de los grandes secretos de la vida espiritual. Tú renunciaste al amor, te despediste de Bernardette con la idea de que nunca más la ibas a ver y eso hizo que se movieran fuerzas muy grandes alrededor tuyo, lo que hoy vimos no fue otra cosa que el resultado de tu acción.

-¿Pero qué significa?

-Significa que el cielo te ofreció una fiesta porque lo que hiciste dignifica al ser humano.

Su respuesta no explicó nada, así que volteé a verlo y noté que se estaba riendo. –Philippe, en serio, necesito saber que es lo que pasó para poder seguir adelante en este camino.

-Está bien, lo que viste es el resultado de una ampliación en tu campo de conciencia que te permitió observar una de las maravillas de la naturaleza: La danza de las Sílfides.

-¿Sílfides? ¿Los seres elementales del agua?

-No, los del aire, los del agua se llaman Ondinas.

-Es verdad, pero por qué hacían eso.

-Te dieron una función a ti.

-Pero, ¿por qué?

-Porque te ganaste su admiración. Ellos estaban presentes cuando tú y Bernardette se despidieron, ellos siempre están presentes cuando el amor se manifiesta en su más alta expresión. Y ustedes los alimentaron, los nutrieron y contribuyeron a que las corrientes de vida que ellos resguardan pudieran correr más libremente, es por eso que se encuentran agradecidos, de hoy en adelante los tendrás de aliados.

-¿Para qué?

-Para lo que se te ofrezca, sólo falta que puedas invocarlos y que sepas cómo puedes utilizar bien sus servicios.

-¿Quieres que te diga otra cosa?

-¿Qué?

-A Bernardette le regalaron otra fiesta igual, ella también los tiene de aliados ¿y quieres saber otra cosa más?.

-Por favor Philippe, no me bromees así.

-Ellos pueden hacer que su separación sea únicamente física, no espiritual.

-¿Qué significa eso?

-Que si lo desean pueden verse con ayuda de ellos en el mundo espiritual, cuantas veces lo deseen. Ellos cuidan que los grandes exponentes del amor no se separen, pues son tan pocas las ocasiones en que se tiene a dos grandes seres en el mundo amándose con esa calidad con que ustedes lo hacen, que ellos más que nadie están interesados en que no se separen nunca.

Busca la manera de utilizarlos, o de pedirles, sería más correcto decir, para que puedas visitar a Bernardette en los sueños, como lo hacías cuando eras pequeño.

-Philippe, ¿tú sabías que Bernardette era la niña de mis sueños?

-Claro, cuando tenemos a un discípulo a cargo tenemos que saber muchas cosas para poderlo guiar correctamente a través del mundo espiritual.

Esa noche traté de soñar con Bernardette y pedí y supliqué que me llevaran con ella, pero no logré nada y lo mismo fue durante los siguientes dos años que pasé con Philippe. Bernardette era tan solo un recuerdo que revivía cada noche sin interrupción, desde el día en que me separé de ella.


Alonso

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