Reflexiones desde lo interno

Un espacio de reflexión sobre el mundo y la sociedad que todos formamos. Un espacio de crecimiento y aprendizaje. Un lugar donde podemos mirar desde otra perspectiva lo que a todos nos afecta. Un lugar para pensar en lo que trasciende.

Nombre: Alonso
Ubicación: Monterrey, Nuevo León, Mexico

Soy físico de profesión, aunque trabajo como consultor de empresas en el área de calidad. En este blog ustedes podrán encontrar cuentos, reflexiones, una novela (El Arte de Vivir) que escribí hace tiempo y que hasta ahora no se ha publicado así como las narraciones de Maite, una gran escritora que con sus palabras nos enseña a ver con el corazón. Mucho agradecería que tomen un tiempo para hacernos llegar sus comentarios a: alonsogzz33@hotmail.com Si desean contribuir con algún comentario o reflexión sólo mándenlo y nosotros con gusto lo incluiremos.

sábado, octubre 21, 2006

El Sueño (Cuento)

- Fue entonces cuando tuve aquel sueño. A partir de ese día mi vida cambió. De ser un muchacho alegre y vivaracho que gustaba de cortejar a las chicas del vecindario pasé a ser una sombra que rehuía todo contacto humano. En mi afán por descifrar su significado consulté libros, doctores, magos y adivinos sin poder encontrar una explicación satisfactoria.

- Yo sabía que mi sueño era especial, que por alguna extraña y misteriosa razón había sido yo quien lo había tenido. Era como si alguien hubiese querido enviarme un mensaje en símbolos dejándome la tarea de interpretarlos. Fue por eso que estudié psicología y después psiquiatría... de nada sirvió. Mi sueño no podía ser descifrado por los conocimientos tradicionales. Estaba más allá. Tal vez era un mensaje ajeno a mí que alguien me había mandado.

- Me acerqué a Dios a través de las religiones y tampoco pudieron ayudarme. Exploré los linderos de las magias ocultas, me incorporé a cuantas sociedades secretas pude encontrar y aún cuando en ellas fui considerado como miembro prominente, tal vez, por la preparación que tenía, nunca dejé de sentir la inquietud que aquel sueño producía en mi interior. Recuerdo haberlo tenido un par de veces más. En ambas ocasiones había renunciado a seguir investigando desesperado por no haber podido hallar una sola pista que me indicara su significado y, claro, después de volverlo a soñar, nuevamente inicaba la búsqueda.

- ¿Qué hiciste después?

- ¿Qué otra cosa podía hacer? La vida me obligaba a seguir buscando respuestas.

- Pero ¿cuál era el sueño?

- Te lo contaré, aunque no creo que sea ya necesario. No, ahora que he podido descifrar el enigma. De todas formas creo que serás el último en escucharlo pues ya pertenece al pasado. Un pasado que no deseo volver a revivir:

Me encontraba en una casa muy grande, con muchas habitaciones y ventanas, tenía varios pisos y sótanos; al parecer ya había estado ahí en varias ocasiones pues me parecía familiar, aunque no podía recordar a donde conducían tantos pasillos y escaleras. Tardaba un poco en moverme, como si primero fuera indispensable reconocer el terreno. Poco a poco me fui acercando a una ventana.

- ¿Qué fue lo que viste?

- Un paisaje: árboles, ríos, montañas lejanas. Nada especial,
pero lo importante no era el paisaje sino lo que sentía. Era como si una inmensa alegría invadiera todo mi ser y me recordara los momentos más bellos que he pasado en mi vida.

- No quería retirarme de esa ventana pero de pronto, sentí que alguien jaló la manga de mi camisa. Cuando me volteé a mirar por poco me caigo de la sorpresa. Frente a mí estaba un hombrecillo pequeño, de cabello blanco y orejas puntiagudas. Se rió dejando ver su dentadura incompleta y me jalaba impacientemente para alejarme de la ventana. Aunque yo me resistía él me llevó hasta otra ventana desde donde se percibía el mismo paisaje... mas, algo pasó, pues la misma escena me provocó esta vez una inexplicable tristeza. El hombrecillo se reía y parecía disfrutar de mi incapacidad para entender lo que tenía enfrente. Quise analizar el por qué de mi tristeza pero sólo podía recordar etapas tristes de mi vida. No era el paisaje ni tampoco el hombrecillo... era más bien la ventana.

- No te entiendo, ¿por qué la ventana?

- Quisiera poder explicártelo. Quisiera poder explicármelo yo
mismo. Las ventanas aunque eran iguales y el paisaje el mismo, algo en ellas, tal vez el cristal, era distinto.

- ¿Qué pasó después?

- Mientras intentaba descubrir lo que me estaba pasando, el hombrecillo me jaló nuevamente de la camisa y me empujó a otra ventana. Yo me resistía pues quería seguir buscando una razón lógica para todo eso, pero el hombrecillo seguía empujándome sin atender a mis protestas. Cuando observé a través de la ventana, nuevamente vi el mismo paisaje lo cual me extrañó sobremanera pues estábamos en la pared opuesta a la de las anteriores dos ventanas, pero esta vez me llené de coraje. Una furia incontenible me invadió y escuché al hombrecillo reírse de mí. Eso fue más de lo que podía resistir; volteé con un odio desconocido para mí y tomé al hombrecillo por sus ropas al tiempo que le gritaba: ¿quién eres tú? ¿qué estoy haciendo aquí?

- ¿Qué te contestó?

- ¡Oh amigo! fue algo imposible de olvidar. Me dijo: ¿no lo sabes?, ésta es tu casa y yo... yo soy tú. Ja!. Ahora que lo recuerdo, todo toma otro sentido, pero en ese momento, créeme, resultó impresionante, sobre todo lo que sentí al mirarlo. Sus ojos eran profundamente claros, casi transparentes y de algún modo yo me reconocí en él.

- ¿Quieres decir que tú eras el hombrecillo?

- En cierta forma... sí.

- Pero, entonces, ¿cómo es que estabas en dos personas?,
¿cómo te sentías?, ¡explícate!

- No podría explicártelo, pero espera, déjame contarte lo que
sucedió después.

- Está bien, ¿qué pasó?

- Quise huir de la casa; corrí hacia todas direcciones pero no
pude encontrar puertas al exterior. Intenté abrir una ventana y me di cuenta de que estaban selladas. Sólo quedaban las escaleras y descendí por una de ellas. Abajo todo estaba oscuro, no podía definir nada claramente, solo percibía movimientos de sombras.

- Entonces había alguien ahí.

- No lo sé pero una extraña sensación recorrió todo mi cuerpo. Le grité al hombrecillo para que bajara y él corrió espantado alejándose de la puerta. Por mi parte, yo seguía extrañado por lo que sentía, era como si fuertes emociones, o más bien pasiones despertaran de pronto en mi ser. Las sombras empezaban a aclararse y entonces lo que vi me dejó helado: escenas extrañas de mi pasado comenzaron a desfilar ante mis ojos; fantasmas que me llamaban invitándome a celebrar con ellos no sé qué ritual. Yo me sentía anonadado cuando oí la voz del hombrecillo gritándome: "¡sube amito, sube! si no lo haces moriremos los dos". Su grito me permitió reaccionar y lentamente fui acercándome a la puerta que me separaba del nivel superior. Cada escalón que subía se hacía más pesado y la angustia crecía a cada momento. Finalmente en los últimos escalones el enano dominó su miedo y me auxilió.

- Pero, no entiendo, ¿por qué te dijo el enano que ambos morirían si te quedabas abajo?

- Eso lo entendí mucho tiempo después, mas deja que termine de narrarte el sueño.

- Adelante, te escucho.

- Mientras me recuperaba tuve tiempo de observar la casa, lo más sorprendente eran sus ventanas. No importaba en que dirección apuntaran, todas estaban mostrando las mismas imágenes aunque con las peculiaridades que te mencioné anteriormente. Pude corroborar que no tenía puertas al exterior, por lo que deduje que estaba atrapado. Había muchos pasillos pero estos siempre conducían a otras ventanas. El hombrecito me insistía en mirar a través de ellas, como si le molestara que observara la casa. Cuando le hacía caso, se llenaba de gusto y saltaba riendo como si fuera uno de esos bufones de los reyes medievales.

- De pronto tuve una idea: me lancé corriendo hacia la escalera que ascendía y sin darle tiempo a reaccionar dejé al hombrecillo abajo y me interné en el piso superior.

- ¿Qué viste?

- Lo más hermoso que pueda existir en el universo, lo más bello y sublime que haya observado en mi vida. Las mismas ventanas, el mismo paisaje, pero ahora parecía como si pudiera percibir las luces y el espíritu que animaba a cada cosa. No solamente las imágenes y emociones, sino hasta la música y aromas llenaban el ambiente, me sentí en el cielo.

-¿Qué pasó después?

-Vi una escalera que subía al piso siguiente y me acerqué a ella. Una luz muy intensa me impedía ver lo que había al final, pero una voz que parecía venir de adentro de mi ser dijo: “Te estaremos esperando hasta que sea el momento”. Después... pasó algo que no comprendí en ese momento ni en los siguientes 40 años.

- Yo sabía que tenía que subir tarde o temprano y en un chispazo, tal vez de voluntad temeraria, puse mi pie sobre el primer escalón con la firme intención de subir. En ese momento se oyó el grito desgarrador del hombrecillo llamándome desde abajo: "¡no subas! ¡por piedad... no subas!". La sorpresa del grito me detuvo y por un instante dudé, pero mi decisión de subir fue más fuerte y di un segundo paso. Entonces escuché a mi madre y a mi padre pidiéndome que no subiera, después a mis amigos y en un momento todos me suplicaban que no fuera egoísta que no los dejara. Fue tan fuerte su presión que un dolor intenso en mi cabeza hizo que rodara escalera abajo y me desperté.

- ¿Eso fue todo?

- Todo. Después de ese día mi vida cambió tal como te dije.

- Bueno y ¿cómo encontraste el significado?

- Cuando me di por vencido, decidí renunciar a todo. Me retiré a la montaña y ahí permanecí por espacio de 3 años. Escribí mi sueño lo mejor que pude y empecé a analizarlo detalladamente, imagen por imagen, palabra tras palabra. ¡ Vaya que fue una labor paciente !

- Y entonces lo descubriste tú solo?

- Primero llegó una clave: "ventanas = ojos".

- ¿Llegó? ... ¿de dónde?

- Después, la siguiente: "hombrecillo = conciencia".

- ¡Espera! ¡espera!, ¿qué significa?

- Finalmente encontré la última clave: "la casa era mi mente".

- Pero ...

- Olvídalo. Es difícil que puedas entender en 20 minutos lo que me llevó 30 años descubrir. Me voy.

Alonso

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