Espirales
-Yo no pienso así, creo que siempre habrá misterios imposibles de explicar con la matemáticas.
-Bueno recuerda que la matemáticas no es otra cosa que un lenguaje que la ciencia ha usado para expresar lo que las leyes naturales hacen. No es en sí la única herramienta que la ciencia posee.
-Pero date cuenta que, por ejemplo: la vida. Los científicos han podido explicar muchas cosas pero no han sido capaces de crear vida.
-Por ahora, pero ¿acaso olvidas que ya desciframos el genoma humano? Ahora ya estamos en posibilidades de prevenir las más perniciosas enfermedades que el hombre sufre, y no sólo eso, ya estamos fabricando tejidos humanos que nos van a servir para hacer trasplantes cuando las personas sufran accidentes graves, dentro de muy poco tiempo seremos capaces de crear órganos completos y más tarde cuando la gente pierda el temor, seguramente la clonación de seres vivos va a ser posible y entonces podremos acabar con las enfermedades totalmente.
-Creo que eres muy optimista; ¿qué me dices de viajar a otras estrellas? Tú bien sabes que la estrella más cercana: Alfa Centauro, está a 4 millones de años luz. Según la teoría de relatividad nunca será posible viajar esa distancia.
-No lo sabemos, la nueva teoría de las supercuerdas nos permite hacer otro tipo de suposiciones. Ya se han postulado los agujeros de gusano que funcionarían como ventanas para viajar de un punto a otro del universo de manera casi instantánea. Es cuestión de tiempo, te repito, la ciencia está haciendo descubrimientos cada segundo.
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La luz de la computadora se apagó y la sala volvió a iluminarse. Una voz agradeció a los asistentes su atención y los dos amigos salieron muy sorprendidos de la sala.
-Es muy interesante lo que estaban diciendo en la proyección. ¿No te parece?
-Es impresionante pero, creo que lo más increíble del diálogo es que no estaba preparado.
-¿Cómo?
-Sí, ¿no escuchaste? Lo dijeron al principio. Esto es “inteligencia artificial” los personajes de la proyección eran simples algoritmos computacionales.
-¡Qué! ¿los diálogos no fueron preparados por los programadores?
-¡No! eso es lo increíble. Los diálogos son el resultado de los programas con los que fueron hechos.
-No, no lo creo.
-Sí, en verdad, estos cuates ya son capaces de hacer que las computadoras piensen.
-Pero eso es increíble. No es posible. Recuerdo que cuando estudié computación nos decían que las computadoras no podían pensar, sólo actuaban o tomaban decisiones en base a los datos que tú les alimentabas.
-Pues sí, eso era antes, pero ya ves que desde que los programas de ajedrez salieron a la luz, tanto las computadoras como los procesadores que permiten analizar una cantidad estratosférica de datos por segundo hacen esto posible. Ahora existen robots que limpian la mesa, contestan el teléfono y hasta te atienden en casa.
-La verdad que sí es sorprendente. Yo sabía de los virus informáticos que se reproducen como si estuvieran vivos, de los personajes de juegos virtuales que te crean toda una sociedad que vive en un planeta y que tú tienes que salvarla de una amenaza y que te pones el casco y te metes dentro del programa y hasta parece que tú vives allí. ¡Caray! Hasta te puedes enamorar de la chica del programa... pero esto. La verdad yo pensé que el diálogo era de los programadores.
-Bueno, y ¿tú que piensas?
-¿De qué?
-¿Dios existe?
-Pues claro. Dios debe existir... ¿no? o quizás... ¿por qué me lo preguntas?
-Bueno, a mi también me hizo pensar.
-¿En qué?
-Pues imagínate... Dios allá arriba... de pronto se le ocurre crear un mundo, o muchos mundos... uno de ellos es la Tierra. Se le ocurre crear una humanidad y salimos nosotros... si esto es cierto, entonces...
-¿Qué?
-Pues resulta que él ya decidió lo que va a ocurrir. Él ya sabe lo que va a pasar con nosotros.
-¿Qué? Ahora resulta que nosotros somos como los monos esos que salieron en la proyección, que nuestros diálogos son el producto de algoritmos. Ja, parece que te estás poniendo misterioso. Por supuesto que esas cosas las decidimos nosotros.
-¿Por qué? ¿cómo estás tan seguro?
-Mira, yo ahorita puedo decidir si me compro un refresco o una cerveza. Eso lo decido yo. ¿Me entiendes? La decisión la tomo yo, no Dios. Yo aquí con mi dinero, es muy fácil. Si esto lo decido yo aquí y ahora. Entonces es válido para toda la humanidad y somos nosotros los que decidimos todo, no él. ¿Estás de acuerdo?
-No, no del todo... supón que ya todo estuviera escrito. Cuando nacemos, ya la naturaleza decidió que vamos a tener el color del pelo negro, que tenemos determinados rasgos, que a los 35 años me va a dar cáncer, que no podemos volar, etc. Esas cosas están determinadas por la genética, y las leyes naturales seguramente las definió Dios.
-Einstein dijo que Dios no jugaba a los dados con la naturaleza.
-Por eso. Eso lo dijo porque él no creía en que las cosas fueran hechas al azar. Todo debía estar regido por las leyes naturales que son algo así como la voluntad de Dios.
-No, no, yo no estoy de acuerdo... yo creo que nosotros somos quiénes determinamos lo que hacemos. No puedo aceptar que seamos como títeres de alguien...
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Bueno, queridos lectores, me van a perdonar... creo que mi relato llegó a un punto donde no sé que agregar, me metí en una encrucijada intelectual que prefiero cortar por lo sano, o tal vez, alguien allá arriba me cortó la inspiración. Ustedes definan el final, a mi ya no se me ocurre nada interesante.
Alonso
Reflexiones desde lo interno

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