“Ashara, la princesa que no descansó hasta encontrar el Amor y llevarlo de vuelta a su Reino”
Hoy puedo decir, con el corazón pleno de gozo, que la historia se ha cumplido más allá de toda forma y de toda limitación, pues el Amor no puede dejarse igual que no puede dejarse la vida. El Amor no puede olvidarse, el Amor es lo más sublime, lo más poderoso, lo más extraordinario, lo más espectacular, lo más gozoso, lo más simple, lo más maravilloso que tenemos por derecho propio, por decreto divino, como hijos del Creador. El Amor nos pertenece, nos corresponde, nos inunda cuando sabemos verlo y sentirlo, y nos encuentra cuando estamos listos para recibirlo.
Más el Amor no puede dejarse jamás, porque el Amor es eterno como eterna es la vida. El Amor es ilimitado como lo es la misma existencia. El Amor es dulce y amargo, es grande y pequeño, contiene todas las formas y todas las formas lo contienen a Él. El Amor es aquello que vinimos a buscar desde el principio de los principios, para llevarlo de vuelta a casa.
El Amor en la tierra es el Amor en la eternidad. El Amor de los cielos es nuestro Amor de verdad. El Amor manifiesto es nuestra esperanza infinita. El Amor encontrado es nuestro mayor tesoro. Cielo y tierra se unen cuando el Amor se recuerda, para así recrear junto con la vida el paraíso encontrado, el Edén manifestado en donde el Amor pueda existir y coexistir con la vida toda.
maite
Reflexiones desde lo interno

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