Serie: Secretos de la Vida No. 1
De todos los días de nuestra vida hay algunos que son trascendentes para nosotros. El día de nuestra boda, el día de la graduación, el día del accidente, el día en que murió alguien querido, etc. etc. etc. Hay días que parece que no ocurriera nada y otros en los que el destino nos entrega un sinfín de sorpresas.
De todas las horas que transcurren en un día, hay algunas que son muy valiosas y otras que pasan sin mayor trascendencia. Algunas veces las gastamos viendo una película, otras las pasamos dormidos, pero algunas de ellas resultan cruciales para lo que ocurrirá después.
De todos los minutos que conforman cada hora de nuestras vidas hay algunos más importantes que otros. Son esos minutos en los que tomamos decisiones.
La vida se conforma, se configura, en cada decisión que tomamos. A veces consciente y otras veces inconscientemente, pero todas las decisiones van dibujando lo que somos y en lo que nos convertiremos.
La vida que vivimos no es otra cosa que el resultado de decisiones tomadas por nosotros o por alguien más. Uno puede pensar, como decíamos al principio, que el día de nuestra boda es uno de los más importantes de nuestra vida, pero pensándolo bien, la boda no es sino la culminación de una serie de decisiones que fueron tomándose a lo largo de la relación. Más importante que ese día puede ser, tal vez, el momento en que decidimos iniciar esa relación, o cuando decidimos regresar y pedir disculpas después de la primera pelea.
Uno puede estar tentado a pensar que un accidente no es el resultado de nuestras decisiones, que es más bien un asunto de suerte, pero muchas veces, lo importante no es tanto el accidente que sufrimos, sino las decisiones que tomamos después del accidente. Nuestra actitud y el valor con que enfrentemos lo que sigue determina en gran medida lo que ocurrirá en nuestras vidas más delante.
Cuando somos pequeños son nuestros padres quienes deciden por nosotros la escuela, el domicilio y muchas otras cosas, esas decisiones configuran nuestras primeras experiencias y en gran medida nuestro carácter, pero más adelante, nuestra vida va siendo cada vez en mayor grado el resultado de nuestras decisiones.
La pregunta más importante, entonces, es: ¿cómo puedo asegurarme de tomar siempre las decisiones correctas?
La respuesta nadie puede saberla, lo correcto o incorrecto de una decisión aparecerá con el tiempo, más adelante. Pero algo es seguro: si yo sé a dónde quiero dirigir mi vida, las decisiones más correctas serán aquellas que me acerquen a dónde yo quiero llegar.
Esto nos lleva a una antigua y muy sabia lección. Sólo aquél que sabe a dónde va, llegará a su destino.
Conclusión: Pongamos atención a todas nuestras decisiones por pequeñas que nos parezcan y nunca perdamos de vista los propósitos que perseguimos en la vida y así cada día, al finalizar la jornada estaremos un poco más cerca de las grandes metas que buscamos.
Alonso
Reflexiones desde lo interno

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